El presidente más "popular" de México en décadas se retira: ¿Qué deja detrás?
Ciudad de México.- Con la salida de Andrés Manuel López Obrador el próximo 30 de septiembre, México verá retirarse a uno de los presidentes más populares de las últimas décadas. A lo largo de sus seis años de mandato, López Obrador no ha ocultado su interés en hablar de su legado y de su lugar en la historia, un tema que mencionó frecuentemente en sus conferencias de prensa matutinas, conocidas como "mañaneras".
El legado que dejará es la pregunta central para un hombre que, obsesionado con la historia, ha transformado la forma en que se hace política en México. A diferencia de sus predecesores, más distantes y reservados, López Obrador construyó una conexión cercana con muchos mexicanos. Despojó a la oficina presidencial de lujos y símbolos que la alejaban del pueblo, eliminando guardias presidenciales, limusinas y otras comodidades que caracterizaban al poder.
Carlos Pérez Ricart, analista político, señala que López Obrador es visto por muchos como una figura paternal, casi familiar, que reivindica valores tradicionales como la familia, algo que resuena en la memoria colectiva. A menudo, el presidente ha elogiado la estructura social de los años 70, deseando recuperar el sentido de unidad y familia de aquella época.
Comparado en varias ocasiones con figuras históricas como Franklin D. Roosevelt por su enfoque en programas sociales, López Obrador instauró ayudas económicas para sectores vulnerables, algo que sus seguidores consideran uno de sus principales logros. Sin embargo, estos programas podrían enfrentar desafíos futuros, como el financiamiento y la inflación, que podrían poner en peligro su continuidad.
En el ámbito de la infraestructura, López Obrador se ha enfocado en proyectos emblemáticos como el Tren Maya y la construcción de refinerías, buscando revivir el modelo de empresas estatales dominantes de antaño. No obstante, muchos de estos proyectos han sido criticados por su falta de planificación y viabilidad a largo plazo.
Aunque su mandato ha estado marcado por la nacionalización de sectores clave, su huella en la política exterior ha sido menos significativa, limitándose a disputas puntuales con países como España, Ecuador y Perú, y a la cooperación con Estados Unidos en temas migratorios.
En cuanto a su legado político, los expertos consideran que el movimiento de López Obrador podría experimentar tensiones internas una vez que él deje la presidencia. Morena, el partido que fundó, se enfrenta a una posible fragmentación, como sucedió con el peronismo en Argentina, donde distintas facciones luchan por adueñarse de su legado.
Uno de los aspectos más duraderos de su presidencia es la creciente militarización del país. López Obrador ha otorgado más poder a las fuerzas armadas que cualquier otro presidente reciente, confiando en su lealtad y otorgándoles el control de proyectos clave como aeropuertos y aduanas. Este fenómeno, según analistas como Guadalupe Correa-Cabrera, será uno de los legados más complejos y polémicos de su gobierno.
A pesar de los logros y críticas, López Obrador deja una marca profunda en la política mexicana, redefiniendo el papel de la presidencia y del Estado en la vida pública del país.